miércoles, 24 de septiembre de 2008

Sin aire


La habitación se quedaba sin aire.
Yo sabía, como era lógico saber, que nos quedaba, aproximadamente unas dos horas como mucho.
El oxígeno nos faltaba y se nos escapaba a pasos mayores, haciéndome por primera vez pensar, que los humanos debemos agradecer hasta lo más mínimo que nos otorgan, hasta el propio oxígeno, que "creemos" que siempre nos darán.

Sentía mi vida pasar en mi cabeza como mismísimas diapositivas. Aquellos días felices, que ni siquiera yo misma me daba cuenta de la importancia que tenían. Aquellos días repletos de vida, que ni yo misma me había encargado de disfrutar al máximo. Cogida a él, abrazada, mimada, plena de amor y satisfecha (aunque me costaba aceptarlo) con todo lo que tenía.
Me preguntaba porque era tan imbécil de haber ignorado aquellos tiempos y haber tratado mi fortuna TAN mal...
Pues ahora la desgracia de esperar mi muerte no más que dos horas, me hacía llegar a la conclusión que estando fuera, respirando aire puro, en la superficie, kilómetros y kilómetros más arriba donde en algún lugar habría tierra, sería suficiente para ser feliz.
- Mi amor, no pienses en el tiempo que nos queda por vivir. Piensa en el tiempo que estuvimos juntos, y en que aún seguimos estándolo. -me animaron las palabras de la persona que me acompañaba.
Intenté sonreír, pero lo único que me salió fueron unas lágrimas con una sonrisa torcida.
No podía moverme de aquella cama, sentada y estrechando mis manos rezando esperanzada. La habitación era TAN pequeña... Sabía que al otro lado de la puerta solo había agua. Pasillos inundados de agua.
- Odio el agua, odio "esto"...-murmuré sin poder evitar mi agonía.- Por favor, dime que podremos salir de esta.
Me acerqué a él y apoyé mi cabeza en su hombro, escondiendo mi rostro.
No me respondió nada en absoluto y una punzada enorme me perforó el corazón.
- vamos...
- ya te lo he dicho, ¿no ha sido bonita nuestra vida?-me cortó a mitad de frase. Alzó una mano implicando gestos mientras hablaba.-¿recuerdas esos días? Porque yo sí, me han hecho el más feliz del mundo.
Y tanto que los recordaba, pero... No podía evitar frustración al pensarlos.
- Yo... No quiero ver como te ahogas, como te quedas sin oxígeno...-le susurré. Notando por primera vez que nuestras voces eran susurros desde hacía mucho tiempo. Que nuestra respiración era agitada. El pecho me dolía, ¿y era ahora cuando me daba cuenta? Quizá mi cabeza lo había bloqueado desde un primer momento para que no me volviera loca.- por favor...-me tiré encima suya y me acurruqué en su pecho.-¡no quiero verte así!
Me cogió de la barbilla con sus dedos y presionó sus labios contra los míos. En el beso noté como aire entraba en mi garganta.
- ¿Ves? No me importaría darte todo el aire que hay en esta habitación. Si pudiera, dejaría de respirar para dártelo todo.-dijo mirándome fijamente sin haber separado casi su rostro del mío.
- ¡no hagas eso!-grité enloquecida intentando expulsar el aire que me había dado con la esperanza de que aquel aire volviera a la habitación sabiendo que no tendría resultado.-Yo quiero...
Él seguía sonriendo, en ningún momento había visto tristeza en sus ojos.
Pensé en algo que quizá nos salvaría de aquel infierno.
Me levanté de un salto, me dirigí a la única mochila que había en aquel pequeño cuarto, hurgué en ella con desesperación y cogí dos pistolas con fuerza pero con un extraño dolor en el estómago.
Aquellas pistolas no eran nuestras, sino de otra persona que en aquel momento estaba... muerta, ahogada en alguna de aquellas otras habitaciones donde ya había llegado el agua. Sabíamos que en la nuestra no llegaría, o llegaría... pero sería tarde para quitar alguna vida.
Con miedo en el gesto ofrecí una pistola a mi amado que la cogió con agileza.
No me preguntó nada, se quedó mirando el arma pensativo. Después le volvió la sonrisa que siempre tenía en el rostro. Parecía convencido.
"No digas nada" recé en mis adentros para que no se le ocurriera decir ningún tipo de comentario sobre aquello. Todo parecía un juego, si se decía algunas palabras quizá aquel sentimiento de que aquello era imposible se desvanecía y me entraría el miedo.
¿Nos salvarían a tiempo?
¿Quizá alguien se había dado cuenta de que en las profundidades del mar había dos adolescentes rodeados de agua sin apenas oxígeno muertos de miedo?
No pude responder a esas preguntas. No podía.
Con las manos temblorosas repetí los gestos de mi amado.
- Porque... Siempre he pensado que te he querido, y...-murmuré notando un nudo en la garganta y sin apenas poder hablar. Se me saldría el estómago por la boca. Me estaba aguantando las ganas de vomitar. Mi cuerpo parecía frío como el de una muñeca en cambio, no sentía nada, ni frío, ni hambre, ni dolor...
- Querida, esta es la mejor manera de morir. Y créeme, nunca hubiera pensado que podría llegar a morir así. Pienso que es la manera más bonita de morir...
No sentí sus palabras, ni siquiera las escuché bien, me parecieron sonidos lejanos que llegaban a mi mente pero que no captaba con claridad.
Nos besamos de nuevo, esta vez con una pasión que nunca sentí. Esa pasión que sabes que... se trata del último beso. Nuestros dedos apretaron el gatillo, y ambos pistolas sonaron con potencia.
La suya en mi sien, la mía en la suya.
Había matado de un golpe a mi amado. Yo misma lo había matado, en cambio, lo había matado porque lo amaba más que nadie. Que irónico sonaba aquello.
Y yo, yo había sido asesinada por amor y eso me sentía feliz, por eso mi cuerpo inerte cayó con una sonrisa en los labios.
Hubiera querido vivir más tiempo, hubiera querido que alguien, como pasaba siempre en las películas con final feliz, nos hubiera salvado de allí y nosotros hubiéramos podido tener una experiencia única para contar. Pero no era así, y como no era así, podía bastarme con eso.
A lo mejor en un futuro hubiera sido distinto, a lo mejor en un futuro no hubiera tenido una muerte tan feliz. Junto a mi amado, junto al amor. Por eso, quizá valía la pena.





Gritandole al silencio*

viernes, 12 de septiembre de 2008

Un poco más personal.



Hola a todos!
He decidido hacer de esto algo un poco más personal... Ya que solo a veces estoy reflexiva y y con ganas de escribir coherentemente. Yo soy un poco más alocada e infantil de lo que reflejo en mis reflexiones.
Últimamente, con esto de volver a la rutina he estado pensando.
¿Y si en el instituto todo es una grandísima mierda?
¿Y si no consigo adaptarme?
¿Que hay de mis clases de kárate? ¿Será todo como antes?
¿Mis amigas seguirán queriendo verme a pesar de que hagan nuevas amistades y estemos en institutos separados?
Siendo positiva, todo esta bien. Pero empiezo a pensar todo lo malo que podrá pasarme y tengo un poco de miedo. Supongo que miedo pasajero.
Aún habiendo pasado horas en aquel instituto cuando mi padre trabajaba, no estoy segura de poder orientarme allí. Todo será nuevo y yo también.
Algo lo tengo claro al menos: Seré yo misma. No importa que toda mi clase me odie ni que mis profesores estén todo el día riñendome. Siendo yo misma podré disuadirme de todo lo malo que me ocurra, si es que me ocurre (rezo porque no).
Después de exponer mis pensamientos en mi blog, me voy un rato a la calle, que me esta entrando ansiedad de estar en mi casa tanto tiempo.


Una última cosa:
Gracias por el meme Haruhi-sensei ^^

"A todos nos encantan los blogs, en la mayoria sus objetivos son mostrar las maravillas y hacer amistades, hay personas que no se interesan cuando les damos un premio y de esta manera contribuyen a cortar esos lazos, ¿queremos que se corten o se propaguen? Entonces tratemos de prestar mas atención a ellos!"

Nomino a...



Gritandole al silencio *

domingo, 7 de septiembre de 2008

Come perca si te apetece



La perca es un pescado capturado en el lago Victoria, que está situado en la zona centro-oriental de África, rodeado por Uganda, Tanzania y Kenia. Eso es todo lo que nosotros podemos saber. Y sabiendo solo esto... ¿Por qué no comerlo?
Solo hay que investigar para saber que ese pescado tiene una historia cruel que a cualquiera le atormentaría.
Un funcionario colonial introdujo esta especie en el lago Victoria casi clandestinamente sin saber que era un especie depredadora.
Acabó con más de 210 especies llevando a ese territorio la desgracia.
Los niños se peleaban en la calle por trozos de cola o granos de arroz. Las mujeres se prostituían con los pilotos rusos que paraban allí a cargar toneladas del pescado para después llevarlo a Europa. Totalmente cruel, ¿no creéis?
En España se calcula que el consumo semanal de este pescado asciende a unas 150 toneladas. Miles y miles de familias que no saben que contribuyen a la miseria de un lugar.
Comí perca una vez. Pero no volveré a tragar tanta crueldad y egoísmo.




Gritandole al silencio*

viernes, 5 de septiembre de 2008

Yo te respeto. Pero... ¿Y tú a mi?


Un día iba sola por la calle andando hacia el lugar donde había planeado reunirme con mis amigos.
Vestía de forma normal: Pantalones negros piratas, camiseta rosa, mochila a rayas negras y blanca, zapatillas estilo converse y una muñequera a cuadros rosas, negros y blancos. No destacaba para nada, y es que si yo quisiera haber destacado, lo hubiera hecho.
Aún así, un grupo de chicas de unos 16 años que iban detrás mía, se fijaron en mi, y una de ellas dijo: Mira esa niña, ¡Qué heavy!
Las demás rieron llevadas por el borreguismo.
No me molesto la observación, simplemente la intención. ¿Acaso eso era ridículo? ¿Y ellas qué? Eran como muñequitas todas vestidas iguales: Top con tirantes transparentes, falda corta o pantalones cortos, pelo suelto rizo pero con el flequillo liso y móvil en mano disfrutando de una canción reggetonera. No voy a criticar su estilo, porque cada uno es libre que de vestir y pensar como quiera, pero si yo respeto el suyo... ¿Por qué ellas no el mio?
Aún lo recuerdo, me dieron ganas de girarme y decirles cuatro cosas. Hoy me da exactamente igual. Nuestros caminos se cruzan con muchas personas, y no a todas hay que hacerles el mismo caso... Pienso que ellas eran un ejemplo del tipo de persona al que no hay ni que mirar.




Gritando le al silencio*

jueves, 4 de septiembre de 2008

Inaguración



Quien no ha tenido alguna vez un momento en el que ha pensado: "Oye, no estoy del todo mal. Voy a hacerme unas fotos"? Yo creo que todos.
Eso no es egocentrismo ni mucho menos, yo lo consideraría hasta sano hacer un poco el tonto delante de la cámara: poner caras tristes, raras, alegres... Luego te ríes de uno mismo o hasta te sube la moral.
Pero cuando te pasas el día haciéndote fotos, con escotes y mini faldas en el caso de las chicas; y sin camiseta y enseñando calzoncillos, en el caso de los chicos; es algo enfermizo, sobre todo si es para presumir ante los demás.
He visto a más de uno que además las retoca y pone cosas así como: "Yo soy él/la mejor, joderos los demás". Me da asco. Te miran por encima del hombro porque están más delgadas, tienen el pelo más largo o simplemente se soban el culo con el novio delante de todo el mundo.
Lo que esas personas no saben, es que siempre hay alguien mejor que tú, en todos los sentidos. Por que no la conozcas, no significa que no exista.
Y esto es lo que yo pienso claro, que no tiene porque ser lo correcto.



Con esta pequeña reflexión inaguro mi blog.





Gritando le al silencio*